Narciso Sandoval Jiménez

Narciso Sandoval Jiménez

Narciso Sandoval fue bautizado en 1923 a la edad de veinticinco años. Su energía, convicción y dedicación lo lanzaron rápidamente a la vanguardia de la Iglesia en Puebla. Apoyó de manera importante a Isaías Juárez, quien entonces era el presidente de distrito, esto durante los tiempos difíciles de la Guerra Cristera (1926-1929) —misma que le quitó a la Iglesia sus privilegios de residencia a extranjeros—aunque también Narciso estuvo en contra de Isaias  durante la crisis de liderazgo al interior de la Iglesia en México de 1936 a 1946.

Narciso Sandoval

Como presidente de la recién creada Rama de San Gabriel Ometoxtla, llamamiento que recibió tan sólo dos años después de su bautismo, bajo la dirección de Isaías Juárez Narciso trabajó por casi nueve años llevando el Evangelio a las comunidades cercanas y aumentó así la membresía en su propia rama.

La expulsión de los misioneros

En 1926, el gobierno de México expulsó a los misioneros extranjeros de la Iglesia, que fungían como líderes de las  ramas y distritos. Narciso Sandoval estuvo entre los poseedores del sacerdocio que asumieron los llamamientos que los misioneros habían dejado.

Narciso tenía sólo tres años como miembro de la Iglesia y uno como presidente de rama, pero en lugar de resignarse a ver cómo se marchitaba la viña sin el apoyo de los misioneros, invitó a los miembros y amigos interesados en la Iglesia a estudiar la doctrina en su casa. Así, puso en marcha la obra misional sin misioneros.

Para julio de 1927, a menos de un año de haber comenzado estos esfuerzos,  la membresía había crecido tanto que necesitaban un centro de reuniones más grande. Con el trabajo de voluntarios y técnicas tradicionales, Narciso Sandoval encabezó la construcción de una casa de oración lo suficientemente grande para acomodar a los santos que vivían en los alrededores de San Gabriel. Ese edificio llegó a ser uno de varios centros de reunión SUD en México construidos sin la dirección ni mucho apoyo económico de la cabecera de la Iglesia en Salt Lake City.

A principios de 1934, cuando los misioneros extranjeros empezaron a regresar a México y a reintegrarse a las ramas que el gobierno los había forzado a abandonar, hallaron que, a pesar de que los registros no se llevaban adecuadamente, la Iglesia no sólo había sobrevivido sino también había crecido mucho. Narciso, con su entusiasmo, su trabajo y su fe, había sido parte de todo ese milagro.

La crisis y la reunificación de la Iglesia

Sin embargo, cuando los misioneros extranjeros volvieron, también relevaron a los líderes oriundos de las ramas de Puebla, incluido Narciso, lo que lo hizo sentirse relegado. Él y otros que se sintieron igualmente ofendidos, se unieron a un movimiento disidente de miembros de la Iglesia, conocido como la Tercera Convención, que con el tiempo llegó a reunir a una tercera parte de los mormones en México. “Los convencionistas”, como se les conocía, aceptaban toda la doctrina de la Iglesia, pero aseguraban que los líderes de la misma en México debían ser mexicanos (lamanitas) en su totalidad.

Esta crisis llegó a un final sabio y feliz en 1946, cuando el Presidente George Albert Smith viajó a México para presidir la buscada reunificación de la Iglesia. El conflicto y la sospecha cesaron para dar paso a una visión más amplia del Evangelio en la vida de cada miembro.

narciso saldoval panoramica

Narciso Sandoval encontró la paz abrazando el Evangelio en su servicio a los demás. Fue un fuerte defensor del Evangelio Restaurado en México durante los años más turbulentos de la Iglesia. Dos años antes de su muerte, manifestó que al visualizar el futuro, con su vida reflejada en las generaciones por venir, se sentía complacido. Su ejemplo de nobleza  y servicio es, en efecto, emulado por muchos de sus descendientes que continúan dándolo todo por el Evangelio Restaurado, que fue anunciado en esta tierra magnífica por primera vez en 1876.

Traducido al español por Daisy Bratcher

Editado por Ricardo Cruz Orozco

Corrección por Rafael Vázquez: 16 sept 2012.