Juan Camacho ha sido fotógrafo profesional, impresor y un empresario que mitad de su vida se convirtió a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Es además un ávido escritor de su diario: durante los últimos veintiocho años, ha escrito más de dos mil seiscientas páginas de manuscritos que conforman catorce volúmenes de su vida, desde 1984 hasta 2011.

Los primeros diez años de sus diarios contienen todos los volantes, folletos, anuncios y programas relacionados a sus prodigiosas actividades misionales y a su actividad en la Iglesia incluso el mantenimiento de las capillas y los alrededores del Templo. Entre las numerosas páginas también se encuentran anuncios de barrio, estaca y conferencias regionales, muchos de ellos impresos en su taller. Los diarios de Juan Camacho podrían ser una de las recopilaciones más completas de material impreso original de este tipo que actualmente se encuentre en México.
Cuando apenas era un jovencito, Juan aprendió sobre fotografía durante una visita de aproximadamente dos años a los Estados Unidos. Durante algunos años, mientras pasaba de ser un aprendiz a ser un profesional, se dedicó a fotografiar diversos eventos; sin embargo, la imagen más preciada para él es una fotografía nocturna sorprendentemente espectacular del Templo de la Ciudad de México tomada de noche catorce meses antes que fuera dedicado en 1983. Se pueden ver reproducciones de la misma colgadas en las paredes de las casas de muchos miembros.

En su asombroso trabajo misional, Juan utilizaba sus imprentas para imprimir folletos, anuncios e invitaciones con información de la Iglesia. Ciertamente se llevaban a cabo las reuniones normales de los domingos, mismas que se indicaban en los volantes de Juan, pero además, anunciaban cursos de historia familiar (“charlas fogoneras”) sobre temas especiales, clases de idiomas y eventos deportivos patrocinados por la Iglesia. En sus imprentas también elaboraban folletos para anunciar los servicios gratuitos de autobuses alquilados, que Juan pagaba para ir al Centro de Visitantes en la Manzana del Templo de la Ciudad de México para que la gente viera ese magnífico edificio y sus impecables alrededores. La gente sólo necesitaba inscribirse. Con nombres y direcciones, los misioneros de tiempo completo ¡podían darles seguimiento a quienes tuvieran interés en saber más! Incluso en los días festivos, uno y dos de noviembre, colocaba puestos de dicha información en los panteones. Es el templo lo que armó de valor a Juan y encauzó la esencia de su alma; en 2010, dos años después de la muerte de su esposa Lupita y de un gran esfuerzo personal, Juan se selló con ella en el Templo de la Ciudad de México.
Ahora que sus imprentas han quedado silenciadas por la obsolescencia y que sus tiendas de fotografía han sucumbido a la era digital y a las grandes cadenas comerciales, aunado a la pérdida de la visión, dolores abdominales y de todo su cuerpo, así como las decepciones familiares y los problemas financieros; sellarse con su esposa le ha dado una satisfacción permanente que le ha ayudado a sobrellevar la vejez.

Aunque los avances tecnológicos lo dejaron económicamente en la ruina, Juan nunca deja de darle gracias a Dios por sus bendiciones, en especial, por aquellas relacionadas con el sellamiento en el templo que unen a los vivos con los muertos en una fusión eterna de una vida llena de esperanza, alegría, satisfacción, asombro y milagros. Juan Camacho espera reunirse felizmente con su Lupita por las eternidades; siempre estará agradecido por haberse convertido en un Santo de los Últimos Días.