MÁS GRATITUD Y MENOS PETICIONES
Por Leslie Janine Cabrales García
Barrio Coacalco
Estaca Coacalco México
Mi esposo y yo formamos una familia hace 13 años y durante ese tiempo hemos pasado por diferentes pruebas; algunas de salud, otras referente a lo económico; han sido desafíos de todo tipo. Afortunadamente gracias a la comunicación con Nuestro Padre Celestial a través de la oración hemos recibido respuesta a cada uno de nuestros problemas. Sin embargo, ha habido meses en los que esas pruebas se han tornado aún más difíciles al grado de sentirnos como la familia de Lehi: errantes en el desierto, padeciendo toda clase de enfermedades y aflicciones, tal como lo explica el Libro de Mormón.
En una ocasión estaba preparando la lección de nuestra Noche de Hogar y me dispuse a buscar algún mensaje en la revista Liahona, entonces hallé un artículo, el cual parecía un relato hecho por mí porque la historia de adversidades que enfrentó otra familia era similar a la nuestra. Ese relato me conmovió mucho pues testificaba de la gratitud, así que decidí compartirlo con mi familia esa misma noche. Todos me escucharon atentamente y al final de la lección tomamos una decisión que cambiaría nuestra perspectiva: nos propusimos ser más agradecidos en nuestras oraciones en lugar de ocupar la mayor parte de ellas en pedir al Padre por nuestras necesidades.
Durante algún tiempo fue necesario esforzarnos para hacer un cambio en nuestra manera de orar, nos recordábamos unos a otros que lo principal era agradecer hasta por las cosas más sencillas que hay a nuestro alrededor. Entonces comenzaron a ocurrir pequeños milagros en casa, el trato familiar mejoró mucho, la paz y tranquilidad aumentaron, el testimonio de cada uno de nosotros creció. De este modo llegaron bendiciones de todo tipo hasta que sobreabundaron, al grado de disfrutar con mayor gozo la vida familiar. Al ser más agradecidos estamos logrando que nuestro hogar sea “un pedacito de cielo”, como hace años dijo el presidente David O. McKay.
Comparto esta experiencia para testificar del don de la gratitud pues con ello aumenta el amor y la espiritualidad en nuestras vidas; sé que Nuestro Padre Celestial es muy amoroso y vela por Sus amados hijos, aún en las más difíciles aflicciones. Sé que si nos arrepentimos, la Expiación de Jesucristo hace posible que nuestros pecados sean borrados y gocemos más plenamente de Sus bendiciones.