Historia de fe de Petra Rodríguez Rivera

Petra Rodríguez Rivera nació el 29 de abril de 1872 en Ozumba, Estado de México. Petra, al igual que los mexicanos de esa época tuvieron que padecer las condiciones de la asoladora revolución en la que se enfrentaba el país.

La Revolución Mexicana tuvo altos costos sociales que pagaron los estratos más vulnerables. En este contexto, las condiciones de vida empeoraron, hubo desabasto de alimentos y agua, aumentaron las epidemias, contagios y hubo alta mortalidad.

En 1918 Rey L. Pratt presidente de la misión mexicana pudo regresar al país y recorrer la misión después de años en los que a los estadounidenses no se les permitía la entrada debido a las circunstancias de la Revolución. El presidente Pratt vio la enorme necesidad que había en el país, como estragos de la guerra, él relató que el trabajo de la sociedad de socorro en la misión tuvo que ser interferido y dejaron de celebrar sus reuniones, sin embargo, continuaron haciendo labores de socorro durante los tiempos de gran dificultad por los que atravesaba el país.

Petra Rodríguez Díaz fue una de las dedicadas mujeres que actuó en favor de los necesitados, ella ayudó incansablemente en las brigadas de socorro, a abastecer alimentos y víveres y cuidar de los enfermos. El presidente Pratt dijo al respecto:

“Nuestras hermanas de la sociedad de socorro han sido como ángeles ministradores para los necesitados y afligidos, tanto entre los que son miembros de la iglesia como entre los que no lo son.”

En 1915 el tifo se salió de control e hizo presencia en el Valle de México, propagándose con mayor fuerza en 1916, Petra Rodríguez con determinación se apresuró a socorrer a las personas de su comunidad en Ozumba que estaban gravemente infectados y cerca de la mitad habían muerto a causa de la enfermedad, aun cuando era un virus peligroso y altamente contagioso ella se quedó con los enfermos. Finalmente, a mediados de 1916 Petra Rodríguez se contagió y cayó enferma de Tifo, ella no se logró recuperar de la enfermedad y falleció a las pocas semanas.

El presidente Pratt se conmovió con la historia de Petra Rodríguez, “ministró incansablemente a los enfermos, hasta que ella también contrajo la enfermedad de la que murió, mártir de su devoción al deber”.

Al igual que Petra Rodríguez muchas hermanas fueron valientes en esos tiempos difíciles, continuaron ayudando incansablemente y al regreso del presidente Pratt a la misión mexicana, pudieron reorganizar la sociedad de socorro, para continuar con su noble labor.