Desde la antigüedad el Señor ha enviado a Sus siervos para que ministren a Sus hijos. En esta época nos llama nuevamente a través de Su profeta, el presidente Russell M. Nelson, para ir a ministrar a nuestros hermanos.
En el Libro de Mormón aprendemos la manera en que Jesucristo ministró a los nefitas dándonos así un ejemplo de cómo debemos ministrarnos los unos a los otros. Durante Su visita al continente americano, el Salvador enseñó, oró, bendijo y sanó, es decir, mostró Su amor a través del servicio. Después de partir, Sus discípulos siguieron Su ejemplo: “Y enseñaron y se ministraron el uno al otro; y tenían todas las cosas en común, todo hombre obrando en justicia uno con otro. Y sucedió que hicieron todas las cosas, así como Jesús se lo había mandado”1.
En esta edición de las páginas locales de la Liahona, presentamos artículos que nos ayudarán a comprender mejor el significado de ministrar y algunas maneras en que podemos hacerlo: Ministrar a pesar de la distancia, centrar nuestros esfuerzos en la ministración para organizarnos en beneficio de cada uno de los miembros y las familias de la Iglesia, las entrevistas de ministración y las experiencias de quienes ya están ministrando con éxito.
Ministrar es servir y ayudar para demostrar amor al otro y al Señor, pues “... cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios”2.
Notas: