Expreso gratitud por nuestros misioneros mayores. Ellos son jóvenes de espíritu, prudentes y tienen el deseo de trabajar.
Momentos misionales en la vida de los matrimonios mayores
Por el presidente Russell M. Nelson
Una de las mejores formas en que los matrimonios mayores pueden crear recuerdos extraordinarios es prestar servicio misional juntos.
Cuando nuestros amigos que tienen sesenta o setenta años se olvidan de algo, en broma, nos referimos a la falta de memoria como “un momento de senilidad típico de la tercera edad”. Pero yo quisiera hablar de un momento diferente de la tercera edad, un momento tan extraordinario que será un recuerdo perpetuo. Es el momento en que los matrimonios mayores se dan cuenta de que están haciendo exactamente lo que el Señor quiere que hagan. En esos momentos memorables se dan cuenta que:
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Tienen una vida de experiencia que compartir, talentos, aptitudes y una comprensión del Evangelio que pueden utilizar para bendecir a otras personas.
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Su ejemplo es una bendición para sus hijos y los hijos de sus hijos.
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Al prestar servicio hacen amistades perdurables.
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Su matrimonio se fortalece día a día.
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Prestar servicio en Su nombre es grato.
Momentos en proceso
Mis queridos amigos matrimonios mayores, muchos de ustedes deberían estar planificando ese tipo de momentos. Consideren el relato que el Elder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, contó acerca de lo que un matrimonio misionero que prestaba servicio misional en Chile pudo hacer. Uno de los padres de un joven misionero falleció. El presidente de misión se encontraba tan lejos que le era imposible llegar rápido a ver al misionero.
“Pero en esa área había una dulce pareja de misioneros [maduros] que prestaba servicio”, dijo el Elder Holland. “Ellos fueron a ver al misionero, se sentaron con él, lo cuidaron y lo consolaron con ternura hasta que el presidente de misión pudo ponerse en contacto personalmente. Teníamos jóvenes misioneros extraordinarios en la misión, pero ninguno de esos jóvenes pudo haber hecho por ese misionero lo que hizo ese matrimonio”1.
Su habilidad en ese momento fue simplemente dar consuelo cuando era necesario. No estaban preocupados por tener que hablar otro idioma salvo el lenguaje del amor semejante al de Cristo. No estaban preocupados por no poder asistir al cumpleaños de un nieto o la bendición de un bebé, a pesar de lo importantes que esos eventos sean. Todo lo que les interesaba era estar donde el Señor los pudiera utilizar para bendecir la vida de uno de Sus hijos; y debido a que ellos estaban dispuestos, Él pudo permitir que lo representaran.
El servicio muy raras veces es conveniente
La verdad es que a ningún misionero mayor le resulta cómodo dejar la casa. Tampoco lo fue para José Smith, Brigham Young, John Taylor ni Wilford Woodruff. Ellos también tenían hijos y nietos, y amaban a su familia tanto como nosotros; pero también amaban al Señor y querían servirle. Algún día conoceremos a esas valientes personas que ayudaron a establecer esta dispensación; cuando las conozcamos, nos regocijaremos de no habernos escabullido cuando debimos haber prestado servicio.
Hay quienes quizás prefieran servir mientras viven en casa. Después de que un derrame cerebral dejó a Aese Schumacher Nelson (que no es mi pariente) confinada a una silla de ruedas, ella temía que su deseo de toda una vida de servir en una misión con Don, su esposo, no se cumpliría. Entonces, un vecino les habló sobre su misión de servicio a la Iglesia en el almacén del obispo. Con ese estímulo, hablaron con el supervisor del lugar, llenaron los formularios de recomendación y fueron llamados a servir dos días a la semana en un almacén del obispo cerca de su casa.
“Es muy fácil sentarse y pensar: ‘Ya no se me necesita más’”, dice Aese Nelson. “Pero ahora siento que sí se me necesita; y ello ha sido un testimonio para mí”.
Indudablemente se les necesita
Si se sienten tentados a pensar que no se les necesita, permítanme asegurarles que no es así. No hay ningún presidente de misión en la Iglesia que no estaría encantado de tener a más matrimonios prestando servicio en su misión. Las personas mayores fortalecen a los élderes y a las hermanas jóvenes; proporcionan un apoyo que ayuda a los demás a servir mejor en sus responsabilidades. ¿Pueden imaginar lo que significa para un líder que solo ha sido miembro por unos pocos años tener a su disposición el apoyo de miembros que han tenido más experiencia en la Iglesia? Con frecuencia, los matrimonios mayores son, literalmente, la respuesta a las oraciones de los obispos y los presidentes de rama.
Alentamos a los presidentes de misión a que procuren tener matrimonios con el fin de suplir las necesidades de sus respectivas misiones. Los obispos deben procurar encontrar matrimonios que podrían servir. En churchofjesuchrist.org hay páginas y páginas que muestran las oportunidades disponibles para que los matrimonios mayores presten servicio. Pero, más que nada, las parejas podrían arrodillarse y preguntar al Padre Celestial si el momento es apropiado para servir en una misión juntos. De todos los requisitos, el deseo de prestar servicio es el más importante (véase D. y C. 4:3).
Al elogiar la obra de los misioneros mayores, me doy cuenta de que hay muchos a quienes les gustaría servir pero que no pueden hacerlo. Las limitaciones impuestas por la edad o la mala salud se deben analizar en forma realista, del mismo modo que las necesidades importantes de los miembros de la familia. Cuando se tiene el deseo de servir, pero existen ese tipo de limitaciones, ustedes podrían proporcionar los fondos necesarios para que otras personas sirvan en su lugar.
Matrimonios mayores, no importa quiénes sean ni dónde se encuentren, les pido que oren en cuanto a esta oportunidad que tienen, como matrimonios mayores, para crear recuerdos misionales extraordinarios. El Padre Celestial los ayudará a saber qué pueden hacer.
Notas
- 1. Jeffrey R. Holland in Joseph Walker, “Elder Jeffrey Holland: LDS Church Desperately Needs More Senior Missionaries,” Deseret News, Sept. 14, 2011,3.